La sandía es una fruta fresca y dulce, nos aporta una gran cantidad de agua y fibra. Es un alimento muy saludable que deberíamos incorporar a nuestra dieta. Su color rojizo se debe a la presencia de licopeno, un carotenoide con actividad antioxidante el cual se ha estudiado por su posible efecto protector frente algunos tipos de cáncer. Comer sandía es ideal para cualquier momento del día, en el desayuno o antes de hacer deporte. Puede ser una buena alternativa a un almuerzo o incluso comer sandía antes de acostarte. Eso sí, si padeces diabetes deberías de asegurarte de controlar los carbohidratos que estás consumiendo en todo momento.
La sandía es la fruta que más agua contiene (alrededor de un 93%) lo que le da un valor nutricional realmente bajo de no más de 23 kcal por 100.
La sandía es una de las frutas que no maduran una vez se han recolectado.
Para conservarla es recomendable lavar la cáscara puesto que crece en el suelo. Cuando la compremos entera, se puede conservar muy bien fuera de la nevera en un lugar fresco y seco. Sólo se recomienda almacenarla en la parte más fría de la nevera una vez abierta y unos pocos días, ya que se ablandan.
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